Con este calor hemos pensado que convenía una entrada refrescante… Os proponemos cambiar las palomitas por un buen helado y hablar de la interpretación en el séptimo arte.

A pesar de que el grueso de la población no diferencia entre un traductor y un intérprete, el mundo del cine y la literatura sí que han utilizado a menudo estas dos profesiones para crear una trama a su alrededor o situaciones divertidas a partir de equívocos lingüísticos.

El primer ejemplo que nos viene a todos a la cabeza es el de La intérprete, una película de 2005 con Nicole Kidman y Sean Penn en la que, por primera vez en la historia, se permitió filmar en el interior del edificio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de Nueva York. La película es muy entretenida, pero hay algunos fallos importantes respecto a la profesión en sí.

Parece ser que el director, Sidney Pollack, se asesoró con intérpretes de conferencias reales, pero la escena de la interpretación consecutiva entre la delegación estadounidense y la africana es bastante pintoresca. La intérprete no se sienta a la mesa con los delegados, como haría un profesional, sino que se queda de pie y no toma ninguna nota a pesar de tener una libreta en las manos. Además, procede a hacer un «voice-over» un tanto sui generis de lo que se dice en inglés, como se puede ver en este corte.

Otro personaje que hacía de intérprete de la ONU es Audrey Hepburn en Charada, de 1963. En esta película, fantástica por otro lado, hay una escena increíble en la que los dos protagonistas se ponen a hablar en cabina mientras ella está a punto de interpretar… Los intérpretes somos buenos, pero necesitamos una concentración máxima para hacer nuestro trabajo, ¡y aquí Cary Grant no se lo pone nada fácil!

Otro ejemplo gracioso sería el de La Vita è bella (1997), donde el padre traduce «libremente» lo que se dice en alemán para que su hijo no tenga miedo. Los intérpretes profesionales somos bastante más fieles a la realidad, pero sin duda este es un ejemplo muy tierno de amor paterno.

También tenemos a un intérprete como personaje secundario en La niña de tus ojos (1998). En esta ocasión, el hombre es todo un políglota que habla más de nueve idiomas con fluidez.

En Lost in Translation también hay una escena muy graciosa en la que el director del anuncio pega una parrafada larguísima, y luego el intérprete le dice sencillamente «quiere que se gire hacia la cámara». La película no va de traducción, pero esta escena ha quedado para los anales de la historia.

Más moderna sería la película La llegada (2016), en la que se pide a una lingüista que se entienda con unos extraterrestres que han llegado a la Tierra. En este caso, nuestra protagonista tendrá que hacer su propia piedra de Rosetta para entender el idioma de los marcianos.

¡Disfrutad del verano!

Para profundizar en el tema:

Foto de Myke Simon en Unsplash