Un profesional de la traducción e interpretación no utiliza material, como clavos o madera, para realizar su trabajo. Siempre he pensado que justamente por eso, por ser una actividad puramente intelectual, a veces cuesta entender bien que se trata de una profesión especializada, tanto o más que la de un mecánico.
Los idiomas, la masa madre del trabajo de traducción e interpretación
Nuestra materia prima son las lenguas. Pero con eso no basta. Digamos que la lengua es la masa madre, tiene que estar ahí, es la base de todo el trabajo pero hace falta más. Para empezar, el nivel necesario en lenguas en el ámbito profesional es elevado. Con un curso de verano no basta. Las traductoras, traductores e intérpretes debemos tener una sensibilidad especial hacia la lengua, conocer al dedillo las nuevas normas de ortografía de nuestras lenguas de trabajo y los giros más idiomáticos. Además, debemos desarrollar nuestra creatividad cuando nos adentramos en la traducción del ámbito del marketing y la publicidad, así como la literaria.
Los conocimientos culturales, otro ingrediente esencial para traducciones e interpretaciones profesionales
El conocimiento lingüístico va mucho más allá del idioma: cuanto mayor sea nuestro conocimiento cultural mejor podremos interpretar y trasladar el mensaje, porque mejor entenderemos a los y las ponentes. Aquí no me refiero únicamente al acento, sino a por qué dicen lo que dicen, a las referencias culturales que utilizan y, en definitiva, a esa infinidad de cosas que conforman la idiosincrasia de una lengua y de sus hablantes.
Las y los intérpretes no traducimos palabras sino sentido, así que no somos diccionarios con patas. Entendemos a los locutores y locutoras y lo trasladamos a otra lengua, pero para hacerlo hace falta un gran conocimiento lingüístico, enciclopédico, cultural, y de análisis de la ponencia y estudio del tema concreto. Todo esto también es aplicable a quienes nos dedicamos a la traducción profesional, es decir, a quienes traducimos textos escritos: la cultura general, el interés y la curiosidad por todo…
Grandes dosis de curiosidad, para conocer del tema que traducimos o interpretamos
Y esto nos lleva a otro tema que nos parece importantísimo: la curiosidad. A nuestro parecer, un buen profesional de la traducción e interpretación debe sentir curiosidad por todo. Las intérpretes, al igual que las traductoras, somos profesionales generalistas y, por lo tanto, sabemos un poquito sobre muchos temas. Esto no obsta para que, al prepararnos para una interpretación, nos empapemos a fondo del tema y del vocabulario de la conferencia para convertirnos, durante unas horas o unos días, en puentes de comunicación fiables entre especialistas de un sector.
Análisis, síntesis y concentración: 3 ingredientes que no deben faltar
Los y las intérpretes necesitamos una buena capacidad de análisis y síntesis, y una gran capacidad de concentración. Hablamos y escuchamos al mismo tiempo, por lo que, cuando tenemos el micro abierto, la concentración es máxima. Además, la memoria a corto plazo es la que tenemos más desarrollada, ya que para cada trabajo nos metemos al 100 % en el tema. La memoria a medio plazo también es importante, en algún momento habrá que recuperar algún término, concepto o sigla que hayamos aprendido en el pasado.
El aderezo que no puede faltar: la gestión del estrés
También es importante tener aptitudes para hablar en público y ser capaces de trabajar bajo presión. Finalmente, las y los intérpretes profesionales son, ante todo, una tercera parte imparcial, nunca añaden cosas de su propia cosecha.
En definitiva, las personas que nos dedicamos profesionalmente a la traducción y a la interpretación tenemos la curiosidad y el interés por todo como denominador común, así como el amor por las lenguas y las culturas que las alimentan.
Para profundizar en el tema:
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