De vez en cuando escuchamos gente que nos dice que la tecnología avanza a pasos agigantados y que en cuatro telediarios las máquinas nos sustituirán, que la traducción y la interpretación son profesiones sin futuro.

¿Vamos a quedarnos sin trabajo?

Es cierto que en los últimos años ha habido una mejora importante en la traducción automática: hemos pasado de la pura traducción palabra por palabras a lo que se denomina la traducción automática neuronal, que tiene en cuenta segmentos más grandes y, por lo tanto, la traducción tiene más sentido (o es menos cómica, según cómo se mire).

Yo todavía recuerdo, en la universidad, un día que nos enseñaron el manual de una tostadora que empezaba con el poético título de «Dos pan tostadora». A partir de ahí, la cantidad de despropósitos léxicos y sintácticos hacían incomprensible el texto. ¡Afortunadamente, nadie lee los manuales de uso! Ha llovido mucho desde entonces.

La tecnología «en crudo» no sirve para todo

Sin duda, esto ya está superado… pero debemos recordar que la traducción automática en «crudo», es decir, sin un ser humano detrás, puede ser peligrosa. Con las herramientas de traducción automática neuronal se obtienen textos muy legibles, pero eso no implica que la traducción sea correcta o que no haya contrasentidos. Y el peligro es que, como a simple vista todo parece tener sentido, se nos pueden pasar un montón de errores.

De hecho, ¿te tomarías la medicación recomendada en un prospecto si supieras que lo ha traducido una máquina sin ninguna supervisión humana? ¿O aceptarías una pena de cárcel por una ley traducida automáticamente? Hay una gran diferencia entre traducir un correo electrónico para entenderlo más o menos y la traducción de un texto con implicaciones sanitarias o legales.

Cautela con los medios tecnológicos

Sin ir más lejos, el Colegio de abogados estadounidense (ABA) acaba de recomendar formalmente a sus miembros aplicar el criterio de cautela al usar medios tecnológicos o intérpretes «no profesionales» para comunicarse con sus clientes, puesto que esto podría violar el principio de «comunicación fluida cliente-abogado» y podría, en última instancia, conllevar denuncias… ¡y todos sabemos que en Estados Unidos no se andan con chiquitas en estos temas! Otro gran problema es el de la propiedad intelectual, ya que en cuanto subes un texto para ser traducido pierdes completamente el control sobre el mismo, con todo lo que esto implica en cuanto a protección de datos personales.

El optimismo gana

Así pues, nosotras seguimos siendo optimistas. Es fantástico que las máquinas nos faciliten la vida, pero el ser humano tendrá que estar siempre ahí, para asegurarse de que la traducción es fiel a su original y está perfectamente redactada en la lengua de destino. La traducción humana sigue teniendo mucho futuro.

Para profundizar en el tema

Fotografía de Nong Vang en Unsplash