En los últimos años la neurociencia está dando pasos de gigante en el conocimiento del cerebro y cómo se configura el lenguaje.

Hablar: una función cognitiva compleja

Tenemos claro que hablar es una función cognitiva compleja. Ya sabemos que varias áreas del cerebro están implicadas. La primera de ellas es el núcleo caudado, una zona conocida por su implicación en la toma de decisiones y la confianza. Esta área actúa como directora de orquesta conectando distintas partes del cerebro para permitirnos realizar tareas complejas. Otra de las zonas que se activan es el área broca, implicada en la producción del lenguaje y en la memoria de trabajo y que nos permite saber lo que queremos decir a continuación.

La red lingüística universal: un paso más para entender cómo se configura el lenguaje

Hoy se ha dado un paso más en estas investigaciones. Hasta ahora se habían analizado las zonas del cerebro que se activan al hablar con personas nativas inglesas. Pero un estudio reciente ha ampliado este análisis a 45 otras lenguas y se ha descubierto que las zonas que se activan son las mismas. Esto puede significar un gran descubrimiento en los procesos cognitivos básicos del lenguaje.

Es lo que la comunidad neurocientífica denomina la Red lingüística universal. Es decir, todos los idiomas tendrían una ubicación en el cerebro y propiedades claves comunes, pero diferencias en cómo se implementan en el cerebro según cada una de las 12 familias lingüísticas identificadas.

Mezclar lenguas: un error muy habitual

En los últimos tiempos, las investigadoras e investigadores también se ocupan en entender cómo funciona el cerebro de las personas bilingües. Y esto es algo que nos interesa especialmente a los y las intérpretes, puesto que jugamos con dos idiomas al mismo tiempo y podríamos decir que funcionamos como bilingües 2.0.

A mí siempre me gusta recurrir al símil de una cómoda llena de cajones. Cada cajón es una lengua, y hay que poder abrir cada uno de ellos en el momento adecuado sin que se mezcle el contenido de los demás. A mi símil, la neurociencia lo denomina inhibición o supresión de la lengua no relevante.

No obstante, a veces se abre el cajón que no toca, nos viene una palabra en otro idioma, confundimos estructuras gramaticales o nos sale un acento raro. Eso ocurre cuando la inhibición falla.

Los intérpretes: bilingües 2.0

Diría que los y las intérpretes tenemos un enorme control de la inhibición y, por lo tanto, sabemos exactamente qué lengua usar en cada momento y no solemos tener estos deslices, a no ser que el agotamiento nos haya vencido. Al trabajar, nuestra concentración es máxima puesto que estamos escuchando, procesando la información y volcándola de forma simultánea en otra lengua y no nos podemos dar el lujo de mezclarlas.

En cualquier caso, la carga mental de la interpretación es enorme. Y la interpretación remota no ha hecho más que agravar la situación, puesto que hay que estar pendiente de infinidad de otras cosas además de entender y reproducir fielmente el discurso.

Por eso, cuantas más cosas puedan estar bajo control, mejor. Es primordial ver y escuchar bien a las personas ponentes. Asimismo, disponer de la documentación con antelación (mejor todavía si son los discursos) nos ayuda a anticiparnos y nos permite garantizar un servicio de excelente calidad que, en definitiva, es lo que todos queremos.

Para profundizar en el tema

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