Desde hace algún tiempo se habla mucho del tema de la inteligencia artificial y la amenaza de nuestra profesión en los foros de interpretación, pero también en la sociedad en general. La gente juega con ChatGPT, prueba motores de inteligencia artificial para escribir artículos o incluso poesía, las grandes tecnológicas presentan sus «speech to speech translators»… ¿pero significa esto que la profesión de intérprete tiene los días contados?

La tecnología está aquí para quedarse

A riesgo de parecer demasiado optimista, yo creo que nuestra profesión todavía tiene un largo camino que recorrer. Es cierto que la tecnología está aquí, que no va a desaparecer, y que los avances van a un ritmo vertiginoso. Pero el objetivo último de la tecnología es hacer la vida más fácil a las personas, no sustituirnos.

Como decía Naomi Bowman en una charla: «La tecnología no va a sustituir a los intérpretes, sino que los intérpretes que usan la tecnología sustituirán a los que no lo hagan». Es cierto. Todos y todas (independientemente de la profesión) tenemos que evolucionar y adaptarnos, y eso implica utilizar todas aquellas herramientas que nos faciliten la vida.

Sin ir más lejos, un experimento del Departamento de interpretación de la Unión Europea (DG SCIC), la universidad de Gante (Bélgica) y la Universidad Johannes Gutenberg de Magunzia (Alemania) está desarrollando una herramienta similar a una TAO (herramienta de ayuda a la traducción) –the Booth Mate–, para que nos ayude con las cifras y los nombres propios en cabina.

Por qué lo humano sigue ganando

Hace algún tiempo tuvo lugar el mismo debate con la traducción. Se decía que las máquinas iban a hacerlo todo y hacerlo tan bien que la traducción humana quedaría obsoleta. Sin embargo, no ha sido así.

Es cierto que la traducción automática ha mejorado mucho al pasar de la traducción palabra por palabra a la traducción neuronal, pero siempre tiene que haber un ser humano detrás, un o una profesional de la traducción que revise y controle lo que hace la máquina.

Hemos llegado a un punto en el que las máquinas hacen discursos muy lógicos, pero eso no quiere decir que sean fieles a lo que dice el original, así que debemos ir con pies de plomo para no dejar pasar contrasentidos o, directamente, sinsentidos.

¿Cómo funciona la inteligencia artificial en el ámbito de la interpretación?

Un «speech to speech translator» funciona en cuatro etapas: primero reconocimiento de voz; luego transcribe el discurso; posteriormente, traduce el texto escrito y, finalmente, vuelve a ponerle voz. Y esto implica numerosos problemas. Veamos:

  • En primer lugar, las máquinas todavía cometen errores que una persona no haría jamás. Nadie dice que estemos libres de error, pero por ahora el nivel de equivocación de la máquina es mayor y más grave que el del intérprete humano.
  • En segundo lugar, es complicado que la máquina entienda todos los acentos y formas de hablar. Sin duda, el sistema entenderá bien un discurso de la Reina de Inglaterra (porque tiene un acento impecable, porque el discurso está muy bien hilado), ¿pero lo hará igual de bien con un orador chino hablando en inglés? Incluso asumiendo que lo entienda todo, verter el 100 % del discurso a una velocidad estratosférica puede complicar mucho la comprensión de quien escucha… los intérpretes ya cribamos la información importante para facilitar la vida del oyente.
  • ¿Y qué pasa con las frases inacabadas, con los titubeos y las muletillas que plagan los discursos? Los intérpretes humanos acabamos las frases inacabadas y, muchas veces, embellecemos el discurso que igual era un poco pobre o titubeante en el original. La máquina es incapaz de hacerlo.
  • Por el momento las voces «en lata» son bastante monocordes, lo que provoca un cansancio tremendo del oyente al cabo de poco rato. Los intérpretes humanos modulamos, tenemos una cadencia agradable e intentamos hacer un discurso ameno.
  • Finalmente, las personas somos capaces de transmitir la emoción del discurso. Vamos más allá de las palabras y somos conscientes de la emoción que cada ponente quiere transmitir. Tenemos una inteligencia emocional que las máquinas todavía no tienen.

Vamos a convivir con la tecnología

Hay que aceptar que la tecnología ha venido para quedarse, pero no está aquí para sustituirnos, sino para ayudarnos. Como ha pasado con la traducción, permitirá que un mayor número de gente acceda a la interpretación, de alguna manera la democratizará. Y, aunque la inteligencia artificial puede ser imbatible en cuanto a contenido, no es capaz todavía de transmitir emociones. Y las emociones son justamente las que nos permiten relacionarnos, cerrar negocios y retener la información… En definitiva, sin emociones no seríamos humanos.

Para profundizar en el tema:

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Foto de Steve Johnson en Unsplash