Una comunicación está en lenguaje claro si la lengua, la estructura y el diseño son tan claros que el público al que está destinada puede encontrar fácilmente lo que necesita, comprende lo que encuentra y usa esa información. International Plain Language Federation

¿Qué es el lenguaje claro?

Abogar por la sencillez y utilizar palabras que todo el mundo entienda. Para conseguirlo, debes adoptar un estilo de redacción sencillo, basado en el uso de expresiones concisas y claras, una estructura lingüística ordenada y una buena maquetación.

Puedes recurrir a varias estrategias para simplificar tus textos.

Primera etapa: reflexionar

Antes de lanzarte a redactar, es aconsejable reflexionar acerca del mensaje que quieres transmitir y plantearte algunas preguntas. ¿A qué público va dirigido el documento? ¿Qué objetivos quieres alcanzar? ¿Qué temas quieres tratar?

1. Dirigirse al público

Quieres captar la atención de tus lectoras y lectores, así que tenlos siempre en cuenta. Si las características del documento te lo permiten, dirígete directamente a tu público y proporciónale solo la información necesaria.

2. Definir los objetivos a alcanzar

Antes de pasar a la redacción, piensa en los objetivos del documento. Haz un listado de los temas que quieres tratar y piensa en los mensajes clave que quieres transmitir.

3. Haz un esquema antes de redactar

Una estructura clara facilita la lectura. Reúne y ordena la información que quieres utilizar y define la estructura del documento, con títulos y subtítulos principales, antes de empezar a redactar.

Segunda etapa: redactar

Después de la fase de reflexión, ¡ponte a escribir!

4. Estructurar el contenido

Una estructura sencilla y clara, con títulos y subtítulos informativos y frases gancho, facilita la lectura. El uso de listas numeradas o con viñetas, iconos, gráficos y tablas también contribuye a que un documento sea más fácil de leer.

5. Mantener la lógica

Prioriza tus ideas para una mejor comprensión desde la primera lectura.

Puedes organizar tus ideas:

  • por orden cronológico
  • de más a menos importante
  • de lo general a lo específico.

Asocia un párrafo a una idea. Evita escribir párrafos demasiado largos; es más difícil leerlos y retener la información. Utiliza también conectores para dar coherencia al texto.

Pon la información importante en el mejor lugar, al principio o al final de una frase o párrafo.

6. Construir bien las frases

Los textos breves suelen tener más impacto, por lo que es preferible utilizar un estilo directo y actual. Las frases demasiado largas entorpecen la lectura, así que intenta dividirlas en frases cortas.

En vez de escribir «Las personas interesadas pueden ponerse en contacto con la secretaría», escribe «En caso de interés, póngase en contacto con la secretaría».

Es más fácil entender las frases escritas en voz activa que en voz pasiva. La redacción es más ligera y precisa, porque también hay que nombrar al sujeto que realiza la acción.

P. ej.: «el departamento de personal llevó a cabo un estudio» es mejor que «un estudio fue llevado a cabo por el departamento de personal».

Respeta el orden natural de los elementos (sujeto, verbo, complemento) y evita las proposiciones incisivas que dificultan la lectura.

Evita también las redundancias, las formulaciones demasiado largas y las frases pomposas. Utiliza frases afirmativas, ya que las interrogativas y negativas son más difíciles de entender.

Es mejor escribir «Me gustaría recibir el documento traducido en dos días» que «¿Podría enviarme el documento traducido en dos días?».

7. Elige bien tus palabras

El estilo debe ser claro y conciso. Si puedes elegir entre una palabra abstracta y una concreta con el mismo significado, utiliza la concreta.

Tu mensaje será más claro y contundente si utilizas un lenguaje cotidiano. A veces basta con limitar el uso de sustantivos y sustituirlos por el verbo correspondiente.

P. ej., «examinar» en lugar de «hacer un examen».

Aunque sientas que te repites, usa siempre el mismo término para definir un concepto. Evita a toda costa la redundancia, ya que el texto será más pesado.

8. Cuidado con los falsos amigos, la jerga y el uso excesivo de abreviaturas

En los textos especializados, es normal y habitual encontrar expresiones propias del ámbito de especialización correspondiente (derecho, ciencia, etc.). A veces es inevitable referirse a términos complejos. En este caso, defínelos o utiliza sinónimos en el lenguaje cotidiano para que quien los lea entienda estos conceptos.

Por ejemplo, «los intereses de demora son los intereses por el retraso en el pago».

Si el documento se dirige al público en general, es mejor evitar el uso de la jerga en la medida de lo posible. También hay que tener cuidado con los falsos amigos y los calcos de otras lenguas, así como con el abuso de acrónimos y abreviaturas. Si utilizas acrónimos, defínelos la primera vez que aparezcan en el documento.

Tercera etapa: revisar

9. Revisar y hacer las comprobaciones al uso

El corrector gramatical y ortográfico es muy útil, pero siempre hay que corregir a fondo para detectar cualquier error y mejorar la redacción.

10. Última lectura por una tercera persona

Somete el texto a uno o varios colegas y ten en cuenta sus sugerencias para conseguir un estilo más conciso, claro y legible.

Desde el punto de vista de la traducción, adoptar un lenguaje claro y, por tanto, un estilo de redacción simple, con frases cortas y evitando redundancias y posibles ambigüedades, tiene muchas ventajas: los textos son más concisos y precisos, evitamos posibles malentendidos, traducimos más rápido y tú te ahorras dinero.

 

Para profundizar en el tema:

Otros artículos relacionados: